Las gastritis son inflamaciones en el revestimiento del estómago, que pueden ser causadas por diversos factores y pueden durar poco tiempo o incluso meses y años.
Una de sus manifestaciones más comunes es la llamada gastritis nerviosa, también conocida como dispepsia funcional, que puede presentar varios síntomas similares a la gastritis normal.
La diferencia radica en su origen. Mientras que los síntomas del tipo tradicional de gastritis están directamente relacionados con la alimentación y el estilo de vida de la persona, la gastritis nerviosa se origina en factores emocionales que desencadenan síntomas similares.
En general, este tipo de gastritis es más común entre los jóvenes y las mujeres. A continuación, conozca más sobre la gastritis nerviosa y cómo identificarla.
¿Qué es la gastritis nerviosa?
Es una enfermedad que no causa inflamación en el estómago de la misma manera que la gastritis aguda, pero presenta varios síntomas similares al tipo más común de la enfermedad, como acidez, sensación de ardor y sensación constante de tener el estómago lleno.
Este tipo de gastritis está muy relacionada con cuestiones emocionales, ya que suele aparecer por problemas como el estrés, la ansiedad, la irritación y el nerviosismo.
Sin embargo, al igual que la gastritis aguda, también puede estar asociada a una dieta inadecuada, que tiende a empeorar la condición. Un ejemplo es el consumo exagerado de café o de dulces para tratar de superar el cansancio y el estrés.
Tanto estos factores emocionales como los malos hábitos en el día a día acaban provocando un aumento de la producción de ácido en el interior del estómago, lo que provoca los dolores característicos de la enfermedad.
Posibles causas
Como su nombre indica, la causa principal de la gastritis nerviosa está relacionada con los nervios. El estrés y la ansiedad, así como otros factores de nuestra emotividad, pueden hacer que aumente la secreción de ácidos en el estómago y provocar los síntomas clásicos de la gastritis.
Otra posible causa del problema es el uso de medicamentos que afectan a la protección gástrica, como es el caso de los antiinflamatorios. Su uso prolongado o frecuente puede comprometer el escudo natural del estómago contra la acidez del jugo gástrico, que disuelve los alimentos que ingerimos.
Síntomas
La gastritis nerviosa presenta síntomas muy similares a los de otros tipos de gastritis. Y del mismo modo, pueden manifestarse en cualquier momento, siendo más comunes durante los periodos de mayor estrés o tensión emocional, responsables de desencadenar los síntomas.
Los síntomas más comunes son:
- Dolor agudo, de los que aparecen de repente y duran poco;
- Acidez, sensación de ardor en la boca del estómago, principalmente después de comer;
- Sensación de estar “lleno” incluso después de comer una pequeña cantidad de comida;
- Asco y vómitos
- Eructos y gases frecuentes
- Pérdida de apetito
- Dificultad en la digestión.
¿Existe una cura para la gastritis nerviosa?
A diferencia de otras gastritis, como la crónica y la aguda, la gastritis nerviosa puede neutralizarse o curarse mediante algunos cambios de comportamiento y con algunos tratamientos.
Pero para que el resultado se alcance, es necesario que el paciente siga el tratamiento recomendado por los especialistas. A continuación, explicamos mejor cómo funciona cada uno de ellos.
Control del estrés
Dado que la gastritis nerviosa se origina en nuestros aspectos emocionales, es importante entender lo que puede estar ocurriendo y actuar para controlar el estrés, la ansiedad o cualquier otro problema que pueda estar quitándole el sueño.
Sin embargo, es importante dejar claro que es difícil encontrar soluciones a los problemas emocionales a corto plazo. Así que cuanto antes empiece, mejor.
¿Cuál es el primer paso? Puedes empezar:
- Consultando a un psicólogo y acordando una rutina terapéutica semanal;
- Acudir a un psiquiatra, según el caso;
- Hacer ejercicio físico, que ayuda a reducir el estrés y la irritabilidad;
- La práctica del yoga y la meditación, que pueden aportar varios beneficios a la calidad de vida;
- Hacer acupuntura, que también ayuda a desestresarse.
Cambios en los hábitos alimentarios
Una de las primeras medidas que también hay que tomar es hacer cambios en la dieta. Opte por comer alimentos más ligeros y saludables y elimine los que sirven de “desencadenantes” de las crisis de gastritis, como los ricos en grasas, los zumos de cítricos y otros alimentos y bebidas “ácidos”.
Los alimentos de fácil digestión que causan un “efecto calmante” son una gran elección.
Además, hay que tener otros cuidados importantes, como no acostarse justo después de las comidas, evitar beber líquidos durante las mismas, comer despacio y hacerlo en lugares tranquilos y no demasiado ruidosos o concurridos.
¿Qué comer?
- Frutas (excepto algunos cítricos)
- Verduras
- Yogures
- Cereales;
- Hidratos de carbono integrales;
- Pescado y carnes magras cocidas, al horno o a la plancha, que son fuente de fibra, proteínas y siguen teniendo propiedades antioxidantes.
¿Qué no comer?
- Alimentos fritos, muy picantes o condimentados;
- Alimentos industrializados enlatados;
- Carne roja;
- Salchicha, tocino o chorizo;
- Café
- Chocolate
- Té negro, té verde y mate
- Pimienta;
- Pasta
- Dulces y carbohidratos en exceso.
En caso de cualquier crisis de dolor o indisposición, la recomendación es beber mucha agua y reanudar la alimentación lentamente.
Cada organismo reacciona de forma diferente a la ingesta de determinados alimentos, pero algunos suelen causar irritación con más frecuencia que otros, además de provocar malestar.
También es fundamental evitar el ayuno, ya que un tiempo prolongado sin comer sólo empeora la gastritis.
Cambio de hábitos
Para prevenir nuevas crisis de gastritis, también es importante dejar de lado algunos hábitos y adicciones poco saludables, como el tabaquismo, el consumo de bebidas alcohólicas, los refrescos y las gaseosas.
Uso de medicamentos
El tratamiento con medicamentos suele ser a través de antiácidos, indicados para aliviar los síntomas, y medicamentos calmantes, siempre que sean necesarios para calmar las crisis de ansiedad y estrés.
Conviene recordar que la medicación sólo puede tomarse en cuanto se consulte al médico y éste escriba la receta. Nunca te automediques.
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